Queridos parroquianos:
Estamos viviendo las cosas con más ganas de las que podemos manifestar. Esto del Covid nos cohíbe bastante. En fin, así fue el 8 de marzo el día de la mujer trabajadora. Todavía hay mucho que hacer por esta causa pero para mí son dos datos importantes en España que nos hacen ver esto con claridad: uno es la mayor vulnerabilidad del trabajo femenino, puesto de manifiesto por la pandemia, y la otra es la baja tasa de natalidad que si antes estaba baja ahora está por los suelos.
La cuestión clave es compaginar la maternidad con el trabajo. Es un reto para toda la sociedad. Y esto sí es claramente transversal. Pero las dos situaciones anteriormente dichas pone en duda si de verdad se está consiguiendo.
Por otra cuando en las conversaciones sale el tema del feminismo muchas veces se olvida la cuestión clave y se añaden muchas otras cuestiones. Con mi persona, no sé por qué será, siempre me sacan el tema del aborto y de la ordenación de mujeres.
A parte de consideraciones morales, muy importantes e irrenunciables, uno puede ser abortista y machista a la vez, más aún serlo por machismo, e igualmente uno puede ser antiabortista y feminista al mismo tiempo y precisamente serlo por feminista. El movimiento feminista con aspiración de ser transversal y global debería purificarse, ya que estamos en cuaresma, de muchas cosas que pueden ir en contra de esta aspiración y no vincularse a ellas. Y sobre todo sería el colmo que no fuese el movimiento feminista sino otro quien hiciese suyo como propio el valor de la maternidad.
Sinceramente con la cuestión del aborto no me siento incómodo pero con la cuestión de la ordenación de mujeres un poco sí, por dos razones. Una porque no es una cuestión disciplinar sino dogmática y ¿quién ha dicho que se ha de entender todo en esta vida? Es un hecho que no es así. La segunda razón es que se hace muy difícil explicar cosas sobre este tema ya que ahora todo tiene que ser muy rápido. Por ejemplo explicar que para la Iglesia poder es servir y no estar por encima de nadie. Pero ni siquiera los expertos y técnicos de esto en nuestra sociedad, los que tienen experiencia en esto de mandar, pues estos conocedores no lo tienen claro que mandar es servir. Quizás yo tampoco, menos mal que el clericalismo en nuestra sociedad es ya algo residual. Pero luego los temas en los cuales puedes sacarle punta se hacen aún más difíciles de comprender por el común de los mortales. Por ejemplo estos tres: 1) la misión de la Iglesia y la complementariedad sexual; 2) la distinción entre ministerio, orden y sacerdocio; 3) la relación entre potestad de orden y potestad de régimen. La verdad es que yo siempre me quedo con las ganas de explicarlo, pues o no da tiempo, o no se da interés, aburre.
No nos olvidemos de la cuestión clave, a saber, compaginar maternidad con trabajo. ¿Puede pensarse que, por fin, compaginarlos lo conseguirá la técnica con robots mamás, con máquinas úteros? Pues ¡qué soso futuro! ya dará igual ser varón o hembra e incluso feminista. Pero volviendo a la realidad este objetivo exige muchas cosas como por ejemplo trabajar en equipo. ¡Uf! somos tan individualistas. En realidad la mentalidad antinatalista que no fomenta la maternidad no se solucionará con la sola técnica sin espíritu.
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