Queridos parroquianos:

Hoy es San Isidro, santo y agricultor. Dicen que los que viven de la tierra siempre miran al cielo. Y esta actitud quisiera para todos ya que mañana celebraremos la Solemnidad de la Ascensión. Esa visión espero nos haga más humanos. 

Si miramos a nuestro alrededor cada vez tenemos más aparatos inteligentes para servir a personas tontas, menos mal así los podemos usar. Efectivamente cuando su uso se hace para inexpertos entonces se hacen ya en gran medida populares, hasta para los torpes. Cuantas cosas útiles para gente cada vez más inútil. Abundan programas de cocina en la televisión pero acabaremos cocinando con los robots a los que por cierto no sabemos sacarles todas sus posibilidades. ¿No será que nos estamos olvidando de cocinar? 

Una vez ofrecí una definición de ser humano. Yo creo que es buena. No es la conocida aristotélica, a saber, animal racional. La mía es muy doméstica y entrañable. Esto es el hombre el animal que cocina. ¡Genial! Ciertamente ¿qué otro animal cocina? Esta diferencia hace que nuestra guarida sea un hogar, que nuestra convivencia tenga fiestas, incluso Dios eligió una comida para hablarnos humanamente de su Reino. Una vida feliz es una buena comida, una buena conversación y unos buenos comensales. ¿Hay algo más humano? 

Antes los seres humanos estaban rodeados de animales, que Dios nos dio, pero teníamos claro que no éramos como ellos. Parecidos pero con mayor rango y dignidad. Ellos devora, nosotros comemos que es todo un arte. Sin embargo ahora estamos rodeados de más aparatos “smart” y no sé si tenemos claro que tenemos un rango superior a ellos. Esto reta nuestra identidad ya que a pensar y a razonar nos ganan pues nosotros somos unos sensibleros que a veces piensan y quizás mal. Está claro las máquinas no cometen nuestros errores y son más rápidas y eficaces. Así nos hacen sentirnos tan cortos que incluso nos hacen perder la razón por la cual éramos superiores a los animales.

Para este desafío actual de identidad ¿qué hará que no seamos un engranaje más de la maquinaria mundial o social? La respuesta deberá tener muchos colores. Metafísica las maquinas no mueren tienen una unidad en el orden, los seres vivos (nosotros) tenemos una unidad en el ser, aunque esto me deja un poco frío. Ellas no sienten, ni lloran, ni les duele, ni se quejan sólo se estropean y dejan de funcionar y, maldita sea, siendo tan simplonas atisben a hacerlo mejor que yo, ¡qué humillación! La conciencia, eso es, gran diferencia entre el más potente ordenador y nosotros los humanos. Tenemos conciencia y él no, supongo. Pero la conciencia siempre es conciencia de algo. ¿Pero conciencia de qué? De nosotros mismos, de lo que somos. Por ello si nos olvidamos de los que somos nos rebajarán y nos rebajaremos a mera funcionalidad, y posiblemente a una pieza de baja calidad. 

Mirar al cielo es contemplar el color azul, la luz, las estrellas, las nubes, los pájaros. En la contemplación se une la sensibilidad y la inteligencia, la voluntad y el deseo, el sujeto y el objeto. ¿Será el ser humano el animal que contempla? Sin contemplación no hay amor. Dijo un teólogo que el cristiano de mañana o es místico o no será cristiano. Pues yo me atrevo a profetizar la persona de mañana o es contemplativa o no será humana. Mirar al cielo trabajar la tierra, con generosidad y caridad vivir como lo hizo San Isidro, hay cosas que no cambian.

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