Queridos parroquianos
No quiero pasar de largo la jornada del 25 de marzo, la jornada por la vida. En este día paso por mi mente la imagen que tenía guardada del aplauso de los diputados del gobierno al aprobar la ley de eutanasia y suicidio asistido. Yo creo que por la materia, que una persona pida la muerte por misericordia y se le conceda, sobraban los aplausos que se vuelven ridículos. No deja de ser un tema triste que no admite ni vituperar ni alabar. Poca sensibilidad.
En una sociedad donde la primera causa de muerte no natural es el suicidio. No se puede aplaudir la eutanasia sin hacer el ridículo. Pero según esta ley la eutanasia se registrará como muerte natural. No lo entiendo mucho esto será para evitar datos estadísticos como en el aborto. Que en España haya más de noventa mil abortos al año no es para aplaudir y no se llegue a cuatrocientos mil nacimientos al año nos deja unos porcentajes preocupantes. Más bien manifiestan nuestro fracaso de comprometernos con la vida cambiándola por la comodidad, el bienestar y en definitiva por el egoísmo. Pero cuando la eutanasia sea una de las importantes causas de muerte natural, según la ley, tampoco será motivo de aplauso pues junto con el número de suicidios manifestará nuestra falta de esperanza y nuestro fracaso de cuidarnos unos a otros.
Estas cosas no se arreglan con dinero sino que necesitan una visión y experiencia de la vida que vaya más allá de lo que se puede conseguir con el valioso dinero. Por ello la jornada por la vida me parece de vital importancia para nuestra coyuntura. Sin embargo no creo que tenga la repercusión que requiere. ¡Qué lástima!
Quiero unirme a la acción de gracias que hacen los obispos en su nota de la jornada de 2021 “Custodios de la vida”. Dice así: “Queremos agradecer a todas aquellas personas que, movidas por su fe o por la solidaridad humana, desde el ámbito eclesial o civil, con valentía creativa, llevan a cabo todo tipo de iniciativas para promover la cultura de la vida. Gracias a los que acompañan a las mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad que, de otro modo se verían abocadas al aborto. Gracias a los que cuidan con tanto cariño y generosidad a los mayores y a los enfermos terminales, evitando así que sientan que son una molestia y que se planteen la eutanasia como una salida. Recordemos que incurable, de hecho, no es nunca sinónimo de “in-cuidable”.
En este año de San José que es el custodio pidámosle que con sinceridad nos puedan agradecer el cuidado que hemos tenido por los demás y, a la vez, al final de nuestras vidas podamos nosotros dar gracias. San José patrón de la buena muerte sabemos desarrollo una vocación de custodiar y a la vez nos lo imaginamos en su trance asistido por Jesús y María. Parezcámonos a él.
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