Queridos parroquianos

No nos olvidemos que el Papa en el día de San José pasado y bajo su patrocinio ha inaugurado un año familiar. En esta breve carta quisiera hacernos caer en la importancia de la familia. Es verdad decimos que la familia es la célula de la sociedad pero no sé si esta comparación o analogía la reconocemos después con toda su fuerza en el cuerpo social. Si la células están sanas el organismo está sano, si tienen vida hay realmente vida social, lo contrario es un espejismo o solo fachada, cosmética por dentro podrido.

Estamos acostumbrados a escuchar la palabra crisis, sobre todo en la economía, pues en cualquier crisis el papel de la familia es contenedora de los efectos negativos de tal crisis. La familia se convierte en una red salvadora de los acróbatas que caen por las complejidades del ejercicio de la vida. Si no hay familia habrá suelo para los que pasan dificultades. La solidaridad social se ha de notar en estos momentos de crisis pero incluso es más eficaz con unas familias fuertes y sanas.

La pandemia nos ha mostrado lo importante que es la familia en el mundo de la enfermedad y del tránsito al otro mundo. Si solo hay asistencia sanitaria y enfermos todo se vuelve muy frio, muy deshumano por mucho que uno quiera remediarlo. Efectivamente al final el que cuida al enfermo es la familia y no se  suele pensar cuánto esto vale económicamente. No entra en los gastos de la Seguridad Social.

Con los problemas sociales el papel de la familia también es vital. Por ejemplo ahora tenemos la pandemia de la soledad no deseada. Cada vez hay más gente que vive sola y se siente sola. No hay solo una causa sino varias pero la falta o ausencia de la familia es una de ellas. Evidentemente si la familia fuese una institución en alza traería un efecto positivo en este problema social. En este y en todos los problemas sociales la familia es importantísima para su solución o para saber llevarlo mejor.

Con la cultura qué decir que en la familia hay tantas cosas, el lenguaje amable, la cultura gastronómica, la higiene, la limpieza, el sentido del humor, los modales, etc. son tantas cosas que se cultivan en la vida doméstica que sin ella es casi imposible transmitir los valores de una sociedad. Por ello una crisis en la familia es  inmediatamente una crisis cultural.

A nadie le gusta que la política se meta en tu familia y menos para partirla. Si bien en la familia se puede hablar de todo, ella está por encima de visiones ideológicas. Esto es así porque al hablar de la familia hay que hablar más de la naturaleza humana que de las ideologías que organizan la sociedad. Igualmente cuanto hablamos de la dignidad humana hay que hablar de quién es el hombre más que de la ideología política que se tenga pues toda ideología debe aceptar este principio básico social que es la dignidad humana. Hay concepciones ideológicas que se oponen a la familia pues no reconocen  su papel social y sus derechos o transforman las relaciones familiares según convicciones ideológicas. Esto puede conllevar una gran crisis familiar y social. La familia siempre se ha fundado en las relaciones de consanguinidad y afinidad lo contrario es pedir peras al olmo. La amistad, algo buenísimo también  para la sociedad, no puede ser el fundamento de la familia pues los hermanos y hermanas y los cónyuges aunque puedan ser muy amigos les une algo más y vital. En los amigos cada uno puede tener su camino en los familiares lo comparten.  

Muchas cosas quedan a la cultura y a la sociedad para configurar a la familia pero no nos podemos olvidar que la familia es anterior a la polis o al estado y las leyes así deben reconocerlo. Este año familiar nos sirva para reconocer el papel, la importancia, los derechos, el rostro que tiene la familia en la sociedad y en la Iglesia. Pidamos a San José nos ayude en esta labor.

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